
Departamento de Lenguaje 2014...............
Queridos alumnos:
Les damos la bienvenida a este nuevo año. Como en fechas anteriores nuestra primera invitación es para el desarrollo de la creatividad, entendiendo que esta es
INVENTAR,
CRECER,
CORRER RIESGOS,
ROMPER REGLAS Y ... DIVERTIRSE.
Eventos creativos 2014:
- Mayo: Encuentro de Narrativa ABSCH, Colegio Mayflower, Santiago.
- Junio: Academia de teatro senior, obra primer semestre.
- Agosto: Semana de la Literatura. Colegio Mackay:
- Obra de teatro
- Concurso de declamación
- Homenaje a Gabriel García Márquez
- Concurso literario.
- Septiembre: Encuentro de Debate ABSCH.

CUENTOS SELECCIONADOS PARA EL ENCUENTRO DE NARRATIVA DE LA ABSCH:
La guerra del estambre dorado.
Joaquín Jiménez Bascuñán
6º Básico
En el mundo naranja felino en el año
1408 había dos facciones: el C.F.A (Credo de los Felinos Asesinos) y los
templarios felinos. Había una guerra entre ellos por el estambre dorado. Quien
tenía ese estambre lo podría usar como un arma mortal. El C.F.A lo quería usar
por el bien de todos porque los templarios felinos lo querían usar para
destruir el mundo y crear uno "perfecto" pero era mentira, le decían
eso a la gente felina del mundo naranja pues querían usar el estambre para
dominar el mundo. Por el momento el estambre dorado estaba en las patas del
C.F.A.
En el 1418, nació Gato Auditore era
blanco y tenía un color anaranjado. Se rumoreaba que Gato Auditore era el
supuesto salvador que terminaría la guerra contra los templarios felinos. En el
año 1438 cuando Gato Auditore tenía veinte años su padre y su hermano grande se
tenían que ir a la guerra contra los templarios felinos, pero cuatro días
después le llega una nota a Gato Auditore que decía: “Señor Auditore sentimos traerle esta nota
pero su hermano y su padre han muerto, pero murieron siendo héroes”.
Gato Auditore tomó la
iniciativa y se fue a la base del C.F.A. Cuando llegó a la base del C.F.A el
jefe, que era un leopardo de color amarillo con manchas café, le dijo a Gato
Auditore:
-
Bienvenido al
C.F.A, nuestro salvador.
Gato Auditore contestó:
-
¿Cómo que
salvador?
El jefe le
respondió:
- ¿No sabes que eres el
salvador? Como sea… te explicaré sobre tu rol. Después de un rato de explicación sobre
el salvador a Gato Auditore entendió y dijo:
- Entonces prepárenme para usar el estambre
dorado - y el jefe asintió con la cabeza.
En 1442 cuando Gato Auditore tenía
veinticuatro y estaba entrenado y listo para usar el estambre el jefe le dijo :
-
pero se me olvidó
decirte algo - y Gato Auditore contestó:
-
¿Qué cosa jefe? - y el jefe respondió:
-
Al usar el
estambre dorado morirás por el poder que va a librar el estambre. y Gato
Auditore confirmó:
-
Tomaré el
riesgo.
Después de dos días, Gato Auditore
llegó al campo de batalla y prosiguió a usar el estambre y cuando el estambre
dorado estaba listo para ser usado Gato Auditore gritó sus últimas palabras:
- ¡ Por mi
padre y mi hermano! -
Y poco a poco todos los templarios felinos fueron
cayendo como moscas al suelo. Después de veinte minutos todos los miembros del
C.F.A saltaron de alegría porque la guerra había acabado, pero de repente se
vio que Gato Auditore estaba vivo.
En el año 1448 cuando Gato Auditore
tenía treinta años se casó con una de las integrantes del C.F.A y tuvo tres
gatitos.
La tarde de una mosca.
III Medio
El sol caía de forma placentera y descubrí que el mero hecho de estar
allí, bajo este calor viendo a la gente pasar me producía felicidad.
Esta acción ejercía cierto
tipo de terapia sicológica, despejar la mente de mis propias emociones para
trasladarla hacia los transeúntes y sus problemas me daba la esperanza de que
existía alguna empatía en mi ser.
En este contexto se daban
las más curiosas y absurdas revelaciones, descubrí que el enfado irracional de
un niño, no mayor de 4 años, se resolvía con su mamá llevándolo en brazos o
como la gente se quedaba mirando vitrinas por largos lapsos, imaginando tal vez
una vida diferente.
Me
sorprendió muchísimo una señora ya en sus cuarenta que paraba frente a una
panadería y examinaba los postres que se exhibían en la vitrina, debe haberse
quedado parada allí a lo menos unos diez minutos y por momento unas expresiones
de satisfacción cruzaban su cara. Esto dio paso a los más alocados
pensamientos, la señora se había alimentado viendo los pasteles, o tal vez
sufría de cierta alteración sicológica que las imágenes de comida le
proporcionaban placer. Mientras seguía divagando, la señora se va notablemente
feliz, sin haber pisado el interior del local.
Aunque
para mí se convirtió en un enigma esta señora que se alimentaba mentalmente,
quedó rápidamente en el pasado cuando un señor se sienta a leer el diario a mi
lado. Debo decir que esto me produjo un poco de incomodidad. No lo saludé,
aunque probablemente no se hubiera dado cuenta, mantuve un lenguaje corporal
amable, un poco inquieto, que me costó mantener mientras este terminaba su
sagrada tarea de terminar la sección deportiva del periódico. Este hombretón se
veía claramente agitado producto de algún esfuerzo físico anterior, venía
cubierto de sudor y desprendía un calor corporal tremendo. Esto me producía una
disyuntiva, por una parte quería mantenerme ahí y disfrutar del sol veraniego
mientras contemplaba a la gente, sin embargo la compañía de este señor me ponía
lo suficientemente predispuesto para alejarme del lugar.
Menos mal no lo hice debido
que unos minutos después, una niña de unos tres años, en la acera del frente
rompió a llorar.
Me propuse ayudar, por el
llanto desesperado de la niña deduje que probablemente se había perdido, al ver
que nadie se le acercaba me levanté, romper mi anterior estado de quietud me
sorprendió tanto que casi me posé de nuevo, verme inmerso en el caótico flujo
de gente, me abrumó tanto que me sentí como la niña de la vereda de enfrente,
lo que me devolvió a la realidad y a cumplir mi objetivo.
El próximo impedimento se
me presentó al momento de cruzar la calle, resultaba que había que esperar a
que cierta luz cambiara a verde para poder pasar. Una súbita revelación cruzó
mi cabeza, porque una luz determina nuestra forma de actuar y no nuestra propia
voluntad. Con esto en mente simplemente la crucé, esquivando un gran bus, y
haciendo caso omiso a un auto que tocó la bocina, aunque probablemente no fuera
para mí. Ya al otro lado mi satisfacción era aun mayor, había atravesado una
calle siguiendo mi propio código y no el de una luz, que la gente se empeñaba
en seguir. La niña por supuesto seguía llorando, ya con una fuerte resolución
me propuse ayudarla, sin embargo en ese
mismo momento las dudas me asaltaron y me fui incapaz de moverme o accionar,
pensar se convirtió en mi único modo de expresarme.
Había considerado ayudar a esta pequeña, sin embargo, aunque claramente
necesitaba ser ayudada, no podía concebir una idea adecuada ¿Ella estaba
perdida? ¿se había escapado? O simplemente estaba triste. Pensé en preguntarle,
pero el simple hecho de involucrarme en una situación de dolor me hizo retroceder.
Este alto en mi desenfrenado actuar, me hizo recapacitar y volver a mi estado
anterior de pasividad. A los minutos llegó una mujer que aparentaba ser la mamá
y se llevó a rastras a la pequeña, salvándola a ella y también a mí, al darse
por concluida esta situación problemática.
Concluido esto encontré
otro banco desocupado en el que sentarme, reflexioné sobre que motivaciones me
habían llevado a pensar que podía ayudar a una pequeña y cómo esto me había
conducido a cometer la imprudencia de cruzar una calle llena de autos en
movimiento. Finalmente decidí que mi lugar era ese banco y que no me movería de
allí, hasta mi inminente muerte: en fin del día.
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Carta para Nadie.
Joaquín
Rodríguez Ibaseta
IV Medio
IV Medio
¿Para
quién escribo esta carta? La verdad aún no lo sé, pero necesito dejar físicamente expresado lo
que me sucede, necesito organizar mis ideas, componer mi réquiem. Y no, no es
para ti, para él o para ella, esto que escribo es completamente para mí, y no
deseo que sea leída por intrusos prejuiciosos. Quiero lograr aunque sea una
cosa que me haga argulloso en esta vida, aunque sea este pedazo de papel,
relatando mi penosa existencia. Hay quienes quieren quedar impresos en la
historia humana, tienen miedo a la idea de muerte y creen que mientras sean
recordados no se irán de este mundo. Quizás en veinte años más la gente se
acerque a mi tumba y diga “Este es el gran escritor, precursor de las
corrientes literarias vanguardistas”. No, no quiero ser idolatrado por las
masas, me revolcaría en mis propios gusanos y carne podrida si la gente me
alabara muerto. Pero sé que con certeza que la vaga posibilidad de que eso
ocurra no motiva esta pérdida de tiempo, mi ya limitado tiempo. La verdad nunca
me ha gustado escribir, no tengo las habilidades que tenían mis compañeros,
pero he considerado prudente hacer una excepción para esta ocasión.
A las doce en punto de hoy, o mañana. Como
sea, en algún momento de esta triste noche, mi sangre manchará las paredes que
ahora me encierran con mi torcida pero ya exhausta mente. Siempre creí que así
sería, lo intuía desde muy pequeño. Cuando en las revistas forenses, que
compraba mi padre, salían casos de suicidios, una angustia se apoderaba de mi
cuerpo y mi corazón se aceleraba. Las ansias de poder ver a alguien cometiendo
tal martirio me mantenía noches completas despierto, pensando en qué podía
pasar por la mente de esas personas para querer tomar tal decisión. En ese
momento, tan inmaduro que era, creía que ese acto era absurdo y cobarde, el
camino fácil… El camino. Fue en el momento que abrí los ojos que me di cuenta
de cuál es nuestro camino. Una tarde que caminaba frente al cementerio, que
queda a unas pocas cuadras de mi antigua casa, observé un funeral, en la foto sobre
el ataúd había un joven, de corta edad, no más de veinte años, me parecía
haberlo visto en un sueño, como si lo conociera de toda la vida. Sentí pena por
él, creo haber llorado la muerte de un completo extraño, pero continué mi
camino. Cuando llegaba a mi casa una señora se desplomó frente a mí, era una
anciana decrépita, ya era su hora, pero la muy desconsiderada optó por dar su
último discurso mientras agonizaba, a un desconocido. “Aprovecha que aun eres
joven”. En ese momento la odié. Desgraciada, esas frases me atormentaron por lo
menos un año, en que todas las noches lloraba en mi cama, porque sabía que
había pasado otro día y yo no podía hacer nada para detenerlo, el tiempo caía
como chubascos en la lluvia, pesados, con fuerza, y sin preocuparse de mojar a
alguien, él no se detenía. Fue tan sólo hace unos pocos años atrás, que me di
cuenta de lo que el camino significaba, me di cuenta de todas las ideas que
deambulaban sin sentido por mi cabeza. El camino es uno sólo, no importa quien
seas, desde que naces el camino está trazado, y siempre llegas a la misma meta.
La anciana me advertía de que aprovechara mientras el camino aún es incierto,
mientras el caminante aún desconoce el rumbo de su huella. A su edad ya tenía
claro qué era lo que iba a suceder, sabía que cada día la meta estaba más y más
cerca. Es por eso que el suicidio ya no me da vergüenza, de hecho, no es la
persona quien toma la decisión, su destino siempre fue ese, ellos sólo tomaron
la manera valiente de afrontar las cosas, y decidieron llegar a la meta como
héroes y no desplomándose en la calle sobre los brazos de un extraño.
Esa es la mayor razón por la que
escribo esta carta, para explicarle al mundo lo valiente que soy y fui, que me
di cuenta de lo que es vivir, y que el resto está ciego de tanto miedo que
tienen por cada paso que dan. ¿Es eso una vida? Cómo puede haber tanta mentira,
tanta prostitución moral y avaricia, siendo que todo eso se pierde, en
cualquier momento, se pierde como un suspiro en el silencio, desaparece con todas
sus vanidades carnales. Es que el hombre no se ha dado cuenta de lo triste que
es la vida, e intenta vivir más aumentando su poder, sus pertenencias. Intentan
encontrar su salvación en la fortuna, en la lujuria, en el amor, en la
familia... ¿Cómo pueden dos personas consientes del caos y sufrimiento que hay
en este mundo, traer a la vida a una criatura indefensa, para ser corrompida
por esta sociedad? Es por eso que dejé a mi pareja, y es por eso que hace mucho
ya que no le hablo a mis padres, de hecho, les dejé claro hace un tiempo que
eran unos monstruos por haberme engendrado, y ojalá se les sea pagado su acto
de egoísmo con la vida más larga que puedan tener, y que así disfruten su
estadía en este túnel, arrastrando sus pecados. Total, yo ya me voy, al fin
encontré la salida, un atajo hasta la meta, ya que, el que llega es el ganador.
Envidio a los recién nacidos que mueren al instante, no alcanzan a salir de las
entrañas de su madre cuando ya lograron el más importante logro en la vida de
una persona.
No tengo a nadie a quien dejarle
esta carta, ni mis pertenencias, ni mis lamentos, ojalá todos vivan mucho, y
que hablen mal de mí, muertos de envidia, porque yo encontré la salida, y ellos
no logran entender lo atrapado que están. Sí, soy valiente, y dejo estas
palabras a mi conciencia. Ojalá las quemen junto a mi cuerpo, detestaría que la
gente me fuera a visitar, detestaría que la masa recuerde mi nombre, ya que la
sola idea de quedar atrapado en este mundo, vivir tan solo un día más, me da
náuseas. En fin, una carta para nadie.
José Diego Rojas
Iriarte
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El conejo hechizado
Benjamín Antonio Lara López
5º Básico
5º Básico
Había
una
vez un matrimonio campesino muy pobre que vivía a los pies de la cordillera en
una humilde casa. Un día cualquiera él
fue en busca de comida y cazó un conejo pero su asombro fue tal cuando el
conejo mirándolo a los ojos le suplica que lo libere a cambio le concedería un
deseo. El campesino después de reponerse de su impresión acepta el trato y lo
deja en libertad a cambio le pide una linda casita con chimenea y jardín.
El campesino
corre a casa y al ver que se ha cumplido su deseo le cuenta muy feliz todo
lo que le ocurrió. El
matrimonio estuvo muy feliz por algún tiempo hasta que su señora le pide buscar
al conejo para pedir más deseos,
él se enoja porque no creía que fuera correcto pedir
más
porque no
necesitaban más, pero ella insiste tanto que lo convence.
Después de
mucho buscar lo encuentra y le explica con tristeza que su esposa exigía mas
deseos y que se había vuelto muy ambiciosa, el conejo muy comprensivo le
concede los deseos y le cuenta al campesino que él es un niño huérfano que fue
embrujado por hechiceros pero que su hechizo se rompería al encontrar el
verdadero amor.
El
campesino muy conmovido lo acompaña cada día para cuidarlo y alimentarlo hasta
que un día el conejo lo recibe muy contento porque quería concederle un último
un deseo. El campesino no quería nada
pues decía tener todo lo que necesitaba, pero el conejo saltando a sus brazos
le dice: vuelve a casa y descubrirás mi regalo.
Al llegar
a casa se sentía tan bien, fuerte y joven pero solo al ver a su esposa
rejuvenecida, hermosa con su rostro reluciente de bondad sin nada de ambición y
que llevaba a un niño de la mano, este era el conejito que gracias al amor del
campesino logró romper el hechizo y pudo formar una familia muy feliz.
Vida
Juan C. Manriquez Benavides
I Medio
Era un día
más en la ciudad, en el restaurante de siempre, a la hora de siempre, un café,
tan amargo que se necesitaban kilos de azúcar para endulzarlo, salí, entré a mi
auto y me dirigí al mirador en el borde de la escarpada montaña, donde todo
comenzó, donde se generó el inicio de mi fin como persona que actúa como oveja
en un rebaño, los recuerdo se reavivaron en mi mente.
Un día
estaba yo de turista en la ciudad recorriendo de rincón a rincón, conociendo la
ciudad. Una noche subí al mirador por primera vez, ahí, de un segundo a otro,
caí en el conjuro del amor, le sonreí y ella me devolvió el gesto, al irme del
lugar no podía quitármela de la cabeza, esos ojos verdes esmeralda y ese
cabello castaño claro con mechones color miel, me decidí a volver la noche
siguiente esperanzado en verla nuevamente.
La noche
siguiente cuando llegué ahí estaba ella, tan bella como la noche anterior, me
dispuse a hablarle, me acerqué, la saludé y me senté junto a ella, conversamos
casi hasta el alba, prometimos que nos veríamos la noche siguiente; a la cuarta
noche llegó el primer beso, inmediatamente nuestra relación se disparó,
comenzamos a juntarnos noche tras noche hasta que un día ella me preguntó:
- Y tú, ¿qué haces? –suavemente.
Yo le
respondí:
- Yo soy doctor - con cierto orgullo.
Me replicó
mi frase:
- Pero ¿qué te gustaría
hacer? - un poco más fuerte
- Bueno... - le dije
suavemente - me gustaría dedicarme a la fotografía y viajar por el mundo, tal
vez algún día lo haga.
- ¿Algún día? - me dijo
casi sorprendida
El resto de
la noche fue un silencia incómodo por más de media hora, luego ella me dijo que
tenía que irse.
La noche
siguiente subí nuevamente al mirador con la idea de verla una vez más y que lo
sucedido anoche no afectara en nada, pero mis pensamientos fueron erróneos,
ella no estaba ahí, supuse que no volvería, en ese momento mi mente se aclaró,
pensé una y otra vez la idea, y aprovechando que estaba en la gran ciudad, fui
a una tienda, compré una cámara y unos pasajes al místico Medio Oriente, el día
anterior al viaje antes de ir al aeropuerto subí al mirador, me senté a ver el
atardecer y lo pensé una vez más, con el corazón roto pero con la mente
renovada me salí del rebaño que es la sociedad para vivir como el ser humano
libre que soy, mi viaje a una verdadera vida comenzó.
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Microcuento:
La línea
Nicholás Temkim S.
7º Básico
Ella estaba llorando y en ese
momento, él vio la línea que le
cambiaría la vida para siempre.
De la nada se le escapa una
lágrima.
Una mala
mascota Autor: Germán
Loyola 8º Básico
¿Por qué?
¿Por qué tuve que hacerlo, cómo pude dejar que esto pasara? Siento como la
culpa fluye por mi cuerpo terminando en la punta de mis dedos terminando en el
frío gatillo. Frente a mí yace esa bestia que alguna vez fue un gran amigo, mi
esposa ve horrorizada el cadáver de ese ser. ¿Cómo dejé que esto llegara a este
punto?
Todavía
recuerdo aquel día, en el que fui a buscar a mi amigo Juan al aeropuerto y este
traía una caja.
-Hola-
-Hola-Me dijo él
-¿Te puedo preguntar que traes en esa caja?-Le dije
-Es justamente sobre esto de lo que te quería pedir un favor, verás, lo
encontré cuando estábamos de caja con unos amigos, y como no quería matarlo lo
traje de infiltrado-
-Y que quieres que haga con lo que hay ahí-
-Necesito que lo cuides mientras veo que hago con él-
Me pasó la caja y cuando la abrí vi un cachorro de tigre, debía tener dos o tres semanas de vida.
-¿Quieres que cuide de él-
-Por favor, hazme este favor, será temporal mientras veo que hago-
No tenía ganas de hacerme cargo, pero mi amigo había hecho mucho por mí, por lo
que acepté.
Cuando llegué
a mi hogar mi esposa no aceptó al principio, sin embargo de alguna forma la
convencí, ella le dio del nombre de “Shere Khan” como el tigre de “El libro de
las tierras vírgenes”, si tan solo me hubiera dado cuenta que eso fue una
señal.
Al principio
costó acostumbrarse a la presencia del pequeño, decidimos que la bodega fuera
su lugar donde dormiría. Coloqué un viejo trozo de leña donde pudiera afilar
sus garras y dientes. Busqué en internet información sobre como cuidar un
tigre, sin embargo también salía que era mala idea tener animales salvajes como
mascotas pues podrían actuar por instinto cosa que, me temo, no escuché.
Pasó el
tiempo, tuvimos una hija, la criatura ahora es una imponente y feroz bestia
pues mi amigo nunca más me habló. Cada vez costaba más mantenerlo pues comía
kilos y kilos de alimento. Además mientras más crecía más problemas tenía con
mi esposa la cual tenía miedo que atacara a alguien y con los vecinos que
amenazaban con llamar a la policía.
Una noche
cuando llegué a mi casa del trabajo fui a ver al tigre para darle de comer,
pero no estaba en la bodega, asustado, lo busqué por toda la casa y lo encontré
en la habitación de la niña con intenciones de atacarla pues me olvidé de
alimentarlo en la mañana, me abalancé contra el tigre y este intentó atacarme.
Sentí a mi esposa llegar y el tigre, cuando la escuchó, fue a atacarla, yo,
viendo lo que estaba a punto de pasar, tomé mi escopeta y, con todo el dolor de
mi alma, jalé del gatillo impactando la bala sobre el animal, este cayó
estrepitosamente sobre el suelo mientras su alma la recibía Dios. Supongo que
debí entender que un animal salvaje siempre será salvaje.
Largamente Vivo
Ignacio Ruiz
II Medio.
Sonó el reloj, me voy a levantar, me voy a tomar un café así
tal vez se me vaya el desaliento. Otra mañana triste y solitaria para un hombre
como yo que después de vivir muchos años acompañado de una señora inigualable y
una preciosa hija que al mundo ya empezaba a mirar con otros ojos, ella iba a
ser una gran líder cuando grande, pero tal como dije, iba a ser.
Perdí a mis abuelos antes de yo poder conocerlos, huérfano,
mis padres adoptivos eran unos abusadores, que se pudran tranquilamente en sus
tumbas, y nunca supe nada de mis padres biológicos. Tuve una infancia llena de
abuso físico y verbal intrafamiliar, mi odiado padre tenía un genio de
envidiar, se enojaba hasta con las pepas de la sandía y las manzanas por tener
manchas amarillas. Lo que me hizo destacar era mi gran talento en las artes
abstractas y un temple inigualable. Físicamente no era una persona gorda, hacía
lo que me pedían en mis escasas clases de deporte y siempre se me acercaban la
gente atraída por mis ojos, detalle, eran morados; tan morados como podría
serlo una amatista a plena luz del sol. Por alguna razón esto me daba una clase
de poder sobre las personas, las hacía cambiar de opinión, de hacerles creer
que el tipo de los ojos morados tenía la razón.
Una adolescencia como la de cualquier otro, solo que la
gente me era mucho más fácil de persuadir y fue en ese momento en que me di
cuenta de que mi profesión ya estaba ahí para mí, político. Es irónico como la
gente dice que son puros mentirosos e igual van a votar por ellos porque tienen
una bonita cara, bueno en mi caso tenía el poder de cambiar los colores, cosa
que no hice para no producir el caos en el mundo.
Tuve un duro periodo en la universidad, aunque igual logré
pasar y me titulé de abogado y de a poco me empecé a meter en la política y en
esta misma conocí a mi mujer, Sofía del Rey, en ese momento era ministra de
hacienda y al verme no pudo alejarse de mí, me seguía mucho y un día la frené
en la calle y le dije que yo le gustaba y con mi poder de persuasión hice que
estuviera conmigo y de aquella manera nos casamos, gracias a mi poder pude
tener a una esposa cariñosa y muy linda, sinceramente me sorprendía que algo así no fuera modelo …
Dos años más tarde tuvimos a una hermosa hija que tenía los
mismos ojos de su padre, qué orgulloso me sentía.
Así fue como vivimos en mi casa de infancia la que había
sido desocupada por mis odiados padres, hasta que un día la tragedia sucedió,
conduciendo con mi mujer y mi niña, ignore un semáforo y un camión me vino a
dar de lleno en el costado del coche, ahí fue cuando subí al mismísimo paraíso
con las mujeres de mi vida, ahí me encontré con Él mismo, sí, ese que vemos en
retratos en miles de Iglesias y yo les digo, todo lo que les han dicho sobre el
aspecto de este señor es una mentira, para mí era una clase de Morgan Freeman
pero con una voz mucho más suave que tocaba literalmente el alma y me dijo que
mi misión no había terminado y me mandó de vuelta a la Tierra, pero no me
preparó para lo que venía, ver a mi hija y esposa muertas fue lo peor, salí
corriendo, llorando sin disipar el llanto, llegue a mi casa a dormir.
Mi café ya estaba frío y todavía no sabía por dónde empezar
así es que como buena persona fui al trabajo y evitando a todos me senté en mi
escritorio a pensar y mirando el cielo pasó el tiempo de ese día y de muchos
otros y gracias a mi habla de a poco empecé a escalar en puestos en la política
y al terminar los cuatro años electorales, sin darme cuenta, estaba postulado
para presidente. Y en un cerrar y abrir de ojos era el presidente de ese país
llamado Chile.
Un día de esos me vino a visitar un ángel pero algo raro
tenía, ya nada me sorprendía nada pero sin embargo esto no le encontré sentido,
tenía una ala rota y los ojos rojos y yo pensando que este no era un mayor
problema lo escuché atentamente y me dijo que tenía que bombardear a Rusia.
Creyendo en que este fuera un mensaje divino di la orden, y como nadie se me oponía
fueron lanzados. Esto provocó una guerra mundial, pero no cualquiera, sino la
última que este mundo presenciaría ya que en esta no quedaron sobrevivientes.
Al llegar de nuevo al paraíso me encontré con Dios pero
había algo raro en él, una risa malvada y destructiva, de a poco comenzó a
transformarse y vi lo que yo no esperaba ver, el diablo en persona, y ahí
empezó su discurso digno de cualquier videojuego y me llevó a lugares y
acciones que yo mismo había creado y destruido y de a poco comencé a darme
cuenta de lo que hice y de a poco perdí las ganas de vivir y sentí como el
ultimo destello de mis ojos eran llevados por el maligno.
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